Navegar por internet, publicar en Instagram, comentar una publicación, rellenar formularios, etc. Todas estas acciones dejan rastro, un rastro que se puede seguir, que constituye nuestro perfil de interacción en el mundo digital. Cada acción que realizamos en internet va engrosando nuestra huella digital.
Pero comencemos por el principio.
¿Qué es la huella digital?
Quizás hayas pensado que un archivo, un vídeo, una imagen, un documento tienen huella digital. Pues no, lo que tienen es una firma digital o para ser más exactos, podemos calcular su firma digital, pero eso es tema para otro artículo.
Cualquier documento contiene o puede contener metadatos, es decir, información adicional a su contenido propiamente dicho. Eso tampoco es huella digital, aunque podría ser parte de nuestra huella si hay datos en ese documento que nos vincula a nuestro perfil digital o real.
Tampoco me refiero en esta ocasión a algún mecanismo de control de derechos digitales DRM, que desde mi punto de vista debería conocerse como firma DRM o algo parecido.
Huella digital, a veces conocida por sombra digital. La sombra digital en todo caso es el rastro que dejamos mientras estamos usando o activos en internet. La huella digital perdura, incluso mucho después de haber abandonado internet, nuestros perfiles y cuentas en RR. SS.
Huella digital es el rastro que vamos dejando cuando navegamos por internet, dejamos un comentario en una publicación, interactuamos en Instagram, Tik-Tok, Facebook, o enviamos un correo electrónico. Cada vez que descargamos e instalamos una «app» en el móvil, dejamos un rastro. Además, aceptamos las condiciones de uso (pero no las leemos nunca) sin preocuparnos, eso también deja rastro.
Huella digital activa
La huella digital activa es la que dejamos «deliberadamente». Dejamos información sobre nosotros mismos mediante la publicación o participación en sitios o redes sociales o foros en línea. También cuando iniciamos sesión en un sitio web mediante un usuario o perfil registrado. Al rellenar un formulario para solicitar información o suscribirnos a un boletín y por supuesto cuando aceptamos cookies en el navegador.
Huella digital pasiva
La huella pasiva es todo rastro creado o almacenado sin que seamos conscientes de ello. Nuestra dirección IP aporta información del país, ciudad o código postal. La información no es muy precisa, pero esta información se asocia a otras que pueden completar el perfil. La web pueden recopilar información de las veces que han sido visitadas, qué productos o artículos se han visitado. Las búsquedas que vas realizando sobre tus intereses. Cuando en una red social pones un «me gusta», comentas o compartes. Todas estas actividades que van siendo registradas y asociadas a un perfil, poco a poco van engrosando tu huella digital. El mejor de los casos se emplea para que anunciantes te envíen o coloquen publicidad asociada al perfil que han creado para ti.
¿Son importantes las huellas digitales?
Nuestras huellas digitales son relativamente permanentes. Una vez cedemos datos como públicos o semipúblicos (como las publicaciones en Facebook) poco o nada podemos hacer. No tenemos control sobre como los demás van a usar esos datos. La huella digital configura nuestra reputación digital que los empleadores pueden comprobar. Las universidades pueden buscar la huella digital para determinar si sus posibles estudiantes son «aceptables» desde su punto de vista.
Como todo en internet, depende del uso que se dé a todos esos datos que componen nuestra huella digital. OSINT son las siglas de Open Source INTeligent, es decir, la inteligencia utilizando fuentes abiertas. Es el proceso o procesos cuyo objetivo es recopilar la información pública de un objetivo, todos esos datos que están disponibles en la red y convertirlos en información útil.
Desde el punto de vista del ciberdelincuente es el primer paso, una vez fijado un objetivo. El objetivo puede ser una empresa o más concretamente un alto cargo de esta para realizar luego un phishing (o suplantación de identidad), o cualquier particular. Desde mi punto de vista, el más peligroso y preocupante es cuando el objetivo es un menor.
Nuestro Entorno virtual
Todos los datos que vamos dejando como rastro forman también parte de nuestro «entorno virtual» junto con todos nuestros dispositivos. Todos los dispositivos como móviles, estaciones de trabajo, portátiles, tabletas e incluso nuestros «elementos» de almacenamiento físico o en la nube y todo lo que constituye nuestra información personal, configura nuestro «entorno virtual».
Este concepto de entorno virtual está recogido en múltiples sentencias judiciales y reconocido de facto como un derecho a proteger. Hasta ese punto es importante la huella digital.
La huella digital y los menores
Según un sondeo realizado por la Asociación Valenciana de Consumidores y Usuarios (AVACU) afirma que el 23,7% de niños/adolescentes tiene su perfil en abierto. Tan solo un 2,5% afirma no tener cuenta en ninguna red social ni consultarlas habitualmente, mientras que un 84,5% tiene cuentas en más de dos redes sociales. Y el 68% de los menores de entre 10 y 12 años tiene alguna red social.
Para mi estos datos son escalofriantes. Si en los adultos las consecuencias pueden ser graves (no hay más que recordar algunos de los casos más recientes y mediáticos), ya no digamos en los menores y adolescentes mucho más vulnerables.
La relativa facilidad para crearse cuentas en RR. SS. sin el control parental y, por tanto, sin que los padres sean conscientes de estos hechos, constituye un factor de riesgo y oportunidad para todo tipo de conductas reprobables.
«Para un adolescente, descubrir que hay un perfil falso en una red social con su nombre o su imagen puede convertirse en una pesadilla», como explica en un artículo i4sk del INCIBE. Pero también, los menores, teniendo cuentas públicas, subiendo contenido, vídeos, imágenes personales, comentando donde estudian, lugares de vacaciones o sus aficiones, incluso, donde viven; suponen una oportunidad para todos aquellos que quieran llevar a cabo conductas delictivas o moralmente reprochables.
De nuevo vemos que el «factor humano» es fundamental en la prevención no solo de ataques de ciberdelincuencia, sino que también es clave en ciberataques sociales (ciberacoso y todas sus variantes). Y contra esto, la mejor defensa es la autoprotección.
¿Están los menores preparados para autoprotegerse en RR. SS.?
De forma general, no. No lo están. No son conscientes de lo que hay detrás de la pantalla y todos sus peligros. La mayoría de los adultos tampoco lo estamos. Tendemos a pensar que lo que vemos, lo que leemos, lo que escuchamos es cierto, es verdad. Si los padres no estamos suficientemente preparados como van a estarlo nuestros hijos.
En consecuencia, no podemos dejar en manos de los menores su propia protección en el ciberespacio. Nuestra identidad digital que va dejando huellas digitales por doquier y que constituye parte de nuestro entorno virtual a proteger como personas de esta era cibernética, en el caso de nuestros menores, no anula nuestra patria potestad. Como así lo confirman diferentes sentencias de los tribunales.
.. «el ejercicio de la patria potestad por los padres les confiere también a estos una facultad de control sobre la intimidad de sus hijos menores que puede traducirse en el acceso y registro legítimo de sus datos íntimos,»
Circular 5/2019, de 6 de marzo, de la Fiscal General del Estado, sobre sobre registro de dispositivos y equipos informáticos.
Prevención
Si hablamos de nuestros hijos, la comunicación, la confianza y las normas claras. Mientras son menores, sus padres tenemos que tener acceso a sus dispositivos, móvil, tableta, ordenador personal y a sus redes sociales, correo electrónico, etc. Todas las herramientas que podamos darles o instruirles para su defensa nunca estarán de más. Nosotros no podemos estar en todos los sitios a todas horas y la mejor forma de protegerles es que ellos sean capaces de autoprotegerse y en caso contrario que nos lo hagan saber sin reservas.
Si hablamos de nosotros, debemos estar alertas, formarnos y buscar ayuda cuando algo se nos escapa de nuestros conocimientos. El CNIPJ puede ayudarte. Algunos de nuestros socios son cibercooperantes del INCIBE dando charlas y formación en colegios y asociaciones de padres (AMPA, APYMA). Si fuera necesario, también como peritos judiciales tecnológicos.
